UGT denuncia la discriminación sufrida por una maestra con sordera

laura 1UGT Canarias, a través de sus servicos jurídicos, ha denunciado la discriminación sufrida por una maestra con sordera a la que el tribunal médico ha considerado "no apta" para ejercer su profesión a pesar de llevar cinco años como interina y haber aprobado las oposiciones recintemente. Desde UGT Canarias, en particular desde el sector de enseñanza, se ha brindado todo el apoyo a la afectada, afiliada a esta fuerza sindical. En este sentido, el secretario general de UGT Canarias, Manuel Navarro, ha afirmado que "ya se están iniciado los procedimientos oportunos para judicializar el caso". "Esto es un verdadera injusticia porque además se da la circunstancia de que la afectada jamás ha ocultado su condición", ha añdido.



Asimismo, UGT destaca que la integración de las personas con discapacidad en el mercado laboral es un derecho protegido y necesario para evitar la marginación de las personas afectadas. 
Adjuntamos el relato de nuestra compañera: 


Soy Laura, una persona sorda que puede hacer de todo excepto oír. Quiero compartir lo que me sucedió durante la valoración médica realizada por la Comisión de Evaluación Médica (Dirección General de Modernización y Calidad de los Servicios Públicos).

Desde pequeña, he tenido vocación docente y estudié Magisterio de Educación Especial en la universidad. Hace cinco años, logré ingresar al cuerpo de maestros y comencé a trabajar como interina de apoyo a las NEAE, lo cual me llena de orgullo. Durante estos cinco años, he trabajado con atenciones individualizadas con los niños, sin haber tenido problemas en la comunicación. Ellos han aprendido que necesitan colocarse frente a mí mientras hablamos, y nos hemos entendido perfectamente. Lo mismo ocurre con las familias y compañeros de trabajo. Este año, aprobé las oposiciones, uno de los mayores logros de mi vida.

Recientemente, fui convocada para una valoración médica que determinaría si puedo desempeñar funciones como funcionaria. Asistí acompañada por una intérprete de lengua de signos para garantizar una comunicación eficaz entre ambas partes, dado que mi lengua natural es la lengua de signos española. Durante la consulta, había dos doctoras a quienes me presenté y expliqué mi situación: necesito un intérprete para poder llevar a cabo mi trabajo. El papel del intérprete es garantizar un acceso igualitario a la información y las interacciones para las personas sordas y oyentes. Con la intérprete, me siento en igualdad de condiciones que mis compañeros/as en dichas situaciones, teniendo pleno acceso a la información, pudiendo participar en las reuniones sin depender de un compañero que me explique a destiempo o resuma la información.

Primero, me felicitaron por haber aprobado las oposiciones. Luego, revisaron los documentos que había enviado al iniciar el trámite de valoración médica. Me preguntaron cuánto tiempo llevaba trabajando, y si era consciente de la responsabilidad que implica trabajar sola con niños; les confirmé que sí, que nunca he tenido ningún problema con el alumnado a causa de mi sordera, cómo he llevado a cabo las reuniones con los padres cuando he sido tutora del aula enclave, etc. De hecho, la intérprete dejó de interpretar para demostrarles mi capacidad para comunicarse oralmente en una situación cara a cara. Les detallé mis dificultades para oír y mencioné que tengo habilidades con la lectura labial. Pero sus expresiones faciales me hicieron sentir rara e incómoda.

Finalmente, me informaron que iban a valorar mi caso más detenidamente y que podía irme. En total, la consulta duró menos de diez minutos. En ese momento, sentí una extraña sensación; percibí que no me valoraron adecuadamente y que ellas no confiaban en mis capacidades.

Una semana después recibí el informe de valoración médica en el que se indicaba que no estoy apta para desarrollar funciones como maestra. Me vine abajo; no podía creer lo que estaba leyendo: “NO APTA para el desarrollo de las funciones como docente de Educación Especial-Pedagogía Terapéutica”. Sentí tristeza, ira y frustración.

 

Estoy perfectamente capacitada para el puesto, y lo he demostrado durante los 5 años que llevo trabajando, pero ahora me dicen que no estoy apta. Esto es discriminación. He luchado toda mi vida para escuchar que no estoy apta sin conocerme.

Pueden decirme que ponerme un intérprete es complicado, pero no pueden decirme que no estoy capacitada para trabajar. Solo soy sorda.

La valoración médica que he recibido no solo ha puesto en tela de juicio mis capacidades como docente, sino que también ha evidenciado las barreras que aún enfrentan las personas sordas en el ámbito laboral. A pesar de mis logros y experiencia, el resultado de esta evaluación resalta la necesidad urgente de una mayor sensibilización y formación sobre la inclusión en el entorno educativo. Estoy convencida de que la diversidad en el aula enriquece la educación y que cada persona, independientemente de sus capacidades auditivas, tiene un valioso aporte que ofrecer. Mi compromiso con la enseñanza y con mis alumnos sigue intacto, y continuaré luchando por mis derechos y los de todos aquellos que enfrentan situaciones similares.

En resumen, todas las personas con y sin discapacidad tenemos fortalezas y debilidades y sin más.

Laura Cánovas

 

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